Un argentino que escribe en mexicano

Por @JavPeMar para @forofoco

Ya soy un autor mexicano, me dice Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) en algún momento de la charla en la que a ratos suena como un alma atormentada con unos dedos confundidos. Él, espigado hasta más o menos el 1.90 y con un bigote peculiarísmo, acaba de publicar Entre dientes, un libro que reúne algunas de las crónicas gastronómicas que ha escrito desde hace 20 años y que inaugura una colección de la editorial oaxaqueña Almadía. «Es mi primer libro exclusivamente mexicano», dice @martin_caparros.
Martín Caparrós. Foto: cortesía Editorial Planeta.

–No eligió crónicas de comidas cualquiera, ¿qué las distingue?
–Que hayan sido en un lugar al que sea difícil que vuelva, que hablan de algún plato que probablemente no coma nunca más, o que tengan alguna característica que las haga particularmente notables.

–La mirada es algo que distingue sus textos, ¿qué le interesa reflejar con su mirada?
–Creo que me consuelo de mis imposibilidades. Hay un fragmento en un libro que se llama Contra el cambio sobre un muchacho en las calles de Manila con una mirada que parecía que acababa de matar y que resume la tristeza que me da la cantidad de cosas que no sabré contar. Lo que intento con todo el resto es consolarme por no haber sabido contar lo que realmente me importaba.

–Escribe sobre temas como la dictadura, el cambio climático, las guerras, el hambre, pero también de temas placenteros, como la comida, ¿es parte de su diversidad de intereses?
–Sí, por momentos me siento contradictorio, paradójico. Acabo de pasarme tres, cuatro meses recorriendo África y Asia trabajando en un libro sobre el hambre y después voy a Oaxaca a presentar un libro sobre comidas maravillosas. Me digo que tengo que aceptar de algún modo mis contradicciones: o las soluciono o me hago cargo de que están ahí. Y no quiero solucionarlas porque no quiero que el hecho de pensar que vale la pena pasarme muchos meses de mi vida trabajando sobre el hambre me lleve a pensar que no debería darme de vez en cuando el gusto de comer una buena comida.

–Parafraseándolo, ¿para qué sirve lo que hace?
–Me sirve para estar de buen humor a las ocho de la noche, para tener la sensación de que el día valió la pena y poder disfrutar lo que queda, la velada digamos. Escribir es lo que más me gusta hacer y es la manera como puedo aprehender y tratar de describir el mundo. Y cuando no lo hago estoy de mal humor.

Una versión de este texto apareció en la revista Chilango.

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