La CNT presenta Enrique IV
La obra se presenta en el teatro Julio Castillo hasta el 5 de junio.
Por Javier Pérez
Se trata de una pieza dinámica bajo la dirección y adaptación escénica de Hugo Arrevillaga, quien aprovecha el inmenso espacio del Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque para que sus personajes se muevan holgadamente no sólo por todo el escenario (a los costados, sin paredes ni cortinas de por medio, se encuentran los racks de donde cuelgan los cambios de vestuario que los actores usan y visten ahí mismo) sino también, en algunas ocasiones, por los pasillos laterales de las butacas.
La escenografía, a cargo de Auda Caraza y Atenea Chávez, se compone únicamente de mesas de madera de tamaños diversos que los actores mueven y superponen de distintas formas a lo largo de la obra, para que hagan las veces de sillas, mesas, pasillos, bosques, montes y hasta puentes. Esta compleja sencillez, que implica una sólida coreografía, da la idea de decadencia y ramplonería, pero también está en sintonía con el carácter popular de las obras de Shakespeare, que originalmente se montaban al aire libre.
Enrique IV se ubica en la Inglaterra medieval, en una época en la que no es difícil la convivencia entre la nobleza y la bajeza. De hecho, es la relación entre el viejo ladrón Falstaff (espléndido aunque a veces exagerado Roberto Soto) y el joven príncipe Harry (Misha Arias) la que da pie al conflicto que mueve la obra traducida por Alfredo Michel Modenessi y presentada en versión de José Ramón Enríquez.
La historia se desarrolla entre una guerra civil y el conflicto referido arriba, que es entre padre e hijo (el rey y el príncipe heredero). Éste trasciende las fronteras biológicas y se instaura en las simbólicas, pues el joven príncipe ha encontrado en Falstaff, reflejo de todos los vicios, su figura paterna. Ante la posibilidad de que la guerra lleve al derrocamiento de su padre, Harry tiene que decidir si emprender la retirada o confrontar a los rebeldes.
La obra es ágil y divertida. Como si se estuviera al aire libre, nunca se apagan las luces de la sala e incluso, como si fuera un espectáculo callejero, por un momento se rompe la llamada cuarta pared. Hay un detalle que hace mucho más intensa la experiencia de esta obra. La música, original de Juan Ernesto Díaz, es interpretada en vivo por Paul Conrad, Pablo Ramírez, Edwin Tovar y Ricardo Leal.
Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque (Reforma y Campo Marte s/n, atrás del Auditorio Nacional), hasta el 5 de junio de 2016. Jue-sáb, 19 h; dom, 18 h. $150 (50% de descuento a estudiantes, maestros e INAPAM con credencial vigente); $30 todos los jueves.
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