Entrevista con la escritora peruana María José Caro

María José Caro (Lima, Perú, 1985) publica su primera novela, Perro de ojos negros (Alfaguara). Fue seleccionada en la lista Bogotá 39 promovida por el Hay Festival, listado que incluye a 39 de los mejores escritores latinoamericanos menores de 40 años. Por esa razón se encuentra en el Hay Festival Querétaro. Antes de esta novela publicó un volumen de cuentos, La primaria, en el que el personaje es siempre la misma niña: Macarena, al que retoma en su novela.

¿Qué buscabas porque esta protagonista está tratando de rencajar con Lima, de regresar?
Lo que pasa es que yo tengo una relación con Lima de amor-odio, que creo que es lo que nos pasa a todos con nuestra propia ciudad. Es la historia de una chica que se va a Madrid intentando huir de Lima y de todas las convenciones sociales que se le imponen en Lima por su edad, por su sexo, su condición y tal. Se va a España para olvidarse de todo eso y la historia va de cómo al regresar a Lima igual no se llega a hallar del todo. Está atrapada en esta paradoja de los viajeros que es estar atorada entre su vida en Lima y su vida en Madrid. Y su vida en Madrid coincide con la historia de un desamor.

¿Está buscando su identidad?
Claro, claro. Y lo logra de cierta manera mediante la escritura. Ingresa a un taller de literatura allá, de lo cual se burla porque lo que trataba de hacer con la novela era burlarme un poco de todos estos personajes literarios o estos escritores donde la pose pesa más que el hecho de escribir. Entonces cuando el personaje  tiene que decir su verdad, porque es muy cobarde y se queja  todo el tiempo de Lima, cuando está en Lima no puede escapar de los comportamientos de la ciudad. Igual se comporta como debe hacerlo. Entonces la única forma o el único momento cuando es verdaderamente libre es cuando escribe el cuento que está inserto en la novela, que se llama “Perro de ojos negros”.

Esto de tener un personaje que escribe en una novela es un recurso muy habitual últimamente.
Claro, y era un reto también porque es un tópico bastante común. Yo traté de darle la vuelta con el hecho de que el personaje todo el tiempo se dice que no quiere escribir y que en realidad es un poco mi caso, porque yo soy comunicadora y yo caí en un taller de literatura porque me sentía muy mal conmigo. No encajaba con Lima y tal y entré en un taller de literatura y narrativa y me puse a escribir y ahí escribí mi primer libro de cuentos, pero sin saber que estaba escribiendo un libro de cuentos. Lo publiqué casi sin saber. Yo siempre he luchado con el hecho de que me digan que soy escritora porque me da mucho miedo también.

¿Cómo encontraste la manera de romper la voz entre tu personaje y los personajes de tu personaje?
La novela es la mayor parte del tiempo como un monólogo donde ella habla y cuenta lo que le está pasando en Lima y luego quiebra por completo y empieza a hablar en tercera persona cuando habla de los personajes, que en realidad de alguna manera es su vida. Sentí que tenía que hacer ese cambio porque no sabía si podía sostener la novela en ese ritmo y me apreció un cambio necesario porque el personaje anda metido todo el tiempo en ella misma. Al sacarla de ahí, de esa mirada, y ampliar el espectro al del narrador en tercera persona, da otro tipo de visión: la de un dron que mira todo y que puede analizarlo de otra forma. Por eso tomé esa decisión, aparte porque al hablar de ella sin mencionarla, sino con la estrategia de utilizar un personaje, hace que se pueda sincerar realmente.

¿Qué significa para ti la literatura?
Es lo que me mantiene viva. Soy una persona muy ansiosa, entonces yo religiosamente escribo todas las mañanas. Hay escritores noctámbulos, pero yo no soy así. Yo necesito escribir en la mañana porque es cuando estoy fresca y siento que al escribir puedo enfrentar el día de otra forma. Hay gente que sale a correr, yo escribo. Aparte, ya me ha pasado que ya he terminado la novela y dije voy a ponerme a descansar un año y eso es una mentira total porque mi vida gira en torno a lo que estoy escribiendo. Entonces, si no estoy escribiendo nada, estoy como deambulando por ahí y a las dos semanas ya estoy escribiendo otra cosa. Necesito agarrarme de la literatura para poder seguir adelante con todas las pequeñas tragedias cotidianas que tenemos en la vida: yo trabajo, entonces eso me mantiene y me sostiene bien, es un bote al que me aferro.

¿Dirías que esas son tus motivaciones?
Tanto en Perro de ojos negros como en La primaria, el personaje es el mismo, se llama Macarena. No es autoficción porque yo no he vivido lo que ha vivido ese personaje, pero sí se basa en experiencias muy cercanas a mí. Cuando yo escribir el primer libro, que habla de una Macarena niña, me basé en cosas de mi infancia que tuvo un punto de quiebre cuando mis padres se divorciaron. Quise honrar a esa niña que un día fui. Entonces esa fue también otra de mis motivaciones, que también la niña aparece en El perro… A medida que voy avanzando en la vida necesito registrar la situación literariamente de una forma. Me parecería complicadísimo escribir de algo lejano a mí porque para mí lo más importante al momento de escribir, o lo que puedo manejar bien, es lo cercano porque me muevo en el mundo de las emociones, más que en el de los hechos.

¿Para qué sirve lo qué haces?
Yo siempre siento que lo que escribo es como sí agarrara un mensaje, lo meto en una botella y lo lanzo al mar. Entonces lo único que espero con mis libros es que conecten con alguien. No hay nada más genial para mí que cuando alguien que no conozco me dice que le ha gustado mi libro. Perro de ojos negros, el título, se basa en una canción de Nick Drake y que tiene que ver con la depresión que tenía él, que decía que la depresión era un perro de ojos negros que lo seguía.

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