TEATRO: Reseña / El dragón dorado
Por
Javier Pérez
“El
teatro contemporáneo ya no da respuestas, sino que debe hacer preguntas. Si no
las hace, es un acto ocioso”. Partiendo de esta premisa, expuesta por la
actriz, productora, traductora y vestuarista Ana Graham, la compañía Por Piedad
Producciones se ha convertido en pieza fundamental para conocer la vanguardia
del teatro contemporáneo mundial aquí en México.
En poco
más de una década, la compañía ha montado obras como Interiores, de Woody Allen; Gracia
y gloria, de Tom Ziegler; Fotografías
explícitas, de Mark Ravenhill, y, desde luego, el hasta entonces inédito
trabajo de Sarah Kane con tres obras: Devastados,
Ansia y Psicosis 4:48; además de Los
baños, del irlandés Paul Walker, e Interpretando
a la víctima, de los hermanos Vladimir y Oleg Presnyakov.
Precisamente
fue con esta última obra que los actores de la compañía se permitieron
interpretar a varios personajes simultáneamente, lo cual vuelve a ser parte
fundamental de su nuevo montaje, El
dragón dorado, original del alemán Roland Schimmelpfenning y que fue puesto
con traducción de Ana Graham, Antonio Vega (quienes asimismo interpretan
personajes de la obra) y Stefanie Weiss en el Teatro Santa Catarina de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
Según
la polifacética Graham, se trata de cinco adultos jugando a ser niños. Y es que
desde el principio al público se le exige tácitamente que forme parte de ese
juego en el que los actores se desdoblan en diversas personalidades sin más
convención que lo que ellos mismos describen, pues su vestuario –diseñado por
la propia Graham– apenas si cambia en escasos detalles: una boquilla, un
pañuelo rojo, un trapeador, un colador de metal, unas pinzas de presión.
Ana Graham y Arturo Ríos. |
La
historia se inicia en el restorán que le da título a la obra, donde cinco
cocineros chinos, inmigrantes todos, atienden una bulliciosa y trajinada
–además de minúscula– cocina cuando al “Muchacho” (le dicen así por ser un
recién llegado) le aqueja un insoportable dolor de muelas que no puede atenderse
por carecer de papeles en regla.
De
pronto, la situación cambia y ya son otros los personajes involucrados –pero
los mismos cinco actores– en situaciones evidentemente distintas, aunque todas
ellas ceñidas al edificio en cuya planta baja se halla el restorán. La ensayada
experimentación que ejecutan Arturo Ríos, Patricia Ortiz –destacadísima–,
Graham –alternará con Concepción Márquez–, Vega y José Sefami –alternará con
Joaquín Cosío– bajo la arriesgadamente bien librada dirección de Daniel Giménez
Cacho, es un despliegue de técnica y profesionalismo que no por ello deja el
humor ni la vertiginosidad sin mitigar un discurso terrible sobre la
desolación, el aislamiento, la explotación, el engaño y, sobre todo, la
violencia.
Auda Caraza y Atenea Chávez, las
escenógrafas, colocaron una mesa rectangular alta y larga al centro del
escenario; los actores se desplazan por abajo y arriba de ella según las
necesidades de cada historia y aprovechando al máximo la circularidad del foro
para ejecutar acciones que, según la perspectiva, harán las veces de zoom in para determinado sector del
público, efecto que se apoya en la bien trabajada iluminación de Víctor
Zapatero.
Por Piedad Producciones es una compañía que
al no buscar ningún triunfo comercial con sus obras, se ha caracterizado por
buscar proyectos que en principio les llamen la atención como profesionales del
teatro. Su búsqueda ha funcionado.
El dragón dorado
Teatro Santa Catarina
Jardín Santa Catarina 10, Plaza de Santa
Catarina, Coyoacán, México DF
Jue. y vie,, 20 horas; sáb., 19; dom., 18.
$150, $75 con credencial vigente y $30 los jueves.
FOTOS: Cortesía Teatro UNAM
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