"The Dead Don't Hurt", la película inaugural del festival de Morelia, es un western atípico
Escena de The Dead Don't Hurt. |
Por Javier Pérez
The Dead Don't Hurt es la película inaugural de la vigésimo primera edición del Festival Internacional de Cine de Morelia. Se trata de un western atípico escrito y dirigido por el neoyorquino Viggo Mortensen, actor conocido por la trilogía de El señor de los anillos.
La historia sigue la relación entre Vivienne Le Coudy (Vicky Krieps), una francocanadiense libre de ataduras, y Holger Olsen (Mortensen), un inmigrante de origen danés.
Ellos viven juntos en la casa que él tiene, en medio de un paraje desolado, en las afueras del pueblo californiano en el que se conocen. Hábil carpintero, consigue sus recursos trabajando para Alfred Jeffries (Garret Dilahunt), el hombre acaudalado del lugar que busca negocios con los cuales aumentar su fortuna.
Su problemático hijo Weston (Solly McLeod), un tipo acostumbrado a tomar lo que quiere, se fija en Vivienne. Así que cuando Holger se enlista para participar en la guerra civil y ella comienza a trabajar en la taberna local, suceden los acontecimientos que llevan la historia hacia los derroteros de la violencia y el abuso que Mortensen aborda con un cariz contemporáneo indudable, con solvencia impecable, con el ritmo sosegado del western pero también con toda su implacable violencia.
Lejos de dejarse abatir por la soledad y el quebranto, lejos de sentirse reducida según las convenciones de su época (y de cualquier otra), Vivienne confronta al agresor manteniendo la cara en alto, señalándolo sin hacerlo y sin dejarse intimidar por su presencia. Él, más que ella, ha quedado marcado de por vida.
The Dead Don't Hurt es también un filme sobre la venganza, la imparcial impartición de justicia, la desolación, la soledad, la alegría, la dicha y, sobre todo, el amor, ese que se refleja en la relación de Vivienne con su hijo y de Holger con ese niño al que conoce a su regreso y al que aprende a querer. Una historia emotiva y trágica
Con largos silencios, paisajes monumentales y una estructura que salta del pasado al presente sin más convencionalismos que la confianza en la atención del espectador, la segunda película como director de Mortensen (quien sorprendió con Falling en su debut) es una propuesta fílmica que cumple a cabalidad con su inserción en el género western. Una película por cierto producida por la compañía mexicana Talipot Studio, la cual convenció a Viggo de que filmara prácticamente en su totalidad en locaciones de Durango.
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