"Señora influencer" es una historia sorpresiva con una formidable Mónica Huarte

Por Javier Pérez

Sorpresivo y disruptivo, Señora influencer, segundo largometraje de Carlos Santos, quien debutó con Chilangolandia, tiene un trasfondo de múltiples lecturas en una historia entretenida, sencilla, directa y sobre todo divertida protagonizada por una Mónica Huarte en un tono fársico que la aleja de cualquier personaje que haya hecho hasta el momento.

El director y guionista aprovechó todas las cualidades conocidas de la actriz para darles un viraje al que ni título ni tráiler ni cartel promocional (apenas hay uno demasiado explícito) hacen justicia. De hecho, contribuyen a la sorpresa al direccionarse hacia un punto totalmente alejado del resultado final: un thriller que toca temas como la fama efímera, las "amistades" virtuales, la salud mental, el encono viral, la violencia de género en relaciones tóxicas, la disfuncionalidad familiar y los falsos gurús de la era de las redes sociales.

Solamente hay que resistir los primeros veinte/treinta minutos en los que la historia transcurre anodina siguiendo el encuentro de Fátima con la supuesta couch de vida argentina Jackie (Bárbara Lombardo), quien le ofrece terapias para encontrar los problemas subconscientes que la aquejan y que la mantienen literalmente en una burbuja dentro de la casa de famoso padre cineasta (Leonardo Daniel) a pesar de ya rebasar la cuarentena. 

Más estafa que ayuda, las dichosas terapias tienen consecuencias imprevistas que transforman a Fátima: de cuarentona infantiloide que empieza a publicar contenido en redes sociales, pasa a convertirse en figura de estas cuya fama en ascenso súbito deciden aprovechar dos influencers consolidadas, Sofi (Macarena García) y Camila (Diana Carreiro), para mofarse de ella.

Mónica Huarte en una escena de la película. Foto: cortesía IQ.

Así, la integran a su círculo de publicaciones pagadas, contratos, viajes y tours de medios con una doble cara de consecuencias funestas. Pero en tanto, Fátima encuentra en redes la atención que nunca había tenido al carecer, durante la infancia que se ve a retazos en flashbacks, del apoyo materno en su condición mental. 

Y aunque el cineasta construye sus personajes a partir de estereotipos ridiculizables que bien podrían granjearle uno que otro hater, el giro para llevar su relato hacia el extremo de las consecuencias del odio virtual en una personalidad alterada, hacen que la película transite de la comedia al terror, el cuento rosa a uno sanguinolento que gira las tuercas de la narración en más de una ocasión sin perder el ritmo, el tono ni la frescura con las que sorprende Señora influencer.

La película, que estrena este 2 de noviembre, se presentó en una gala especial en la vigésimo primera edición del Festival Internacional de Cine de Morelia.


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